(En Velilla llaman también a los túneles romanos: “ojos de la
cantera”)
A parte de La Reana, de la inscripción funeraria y un ara
romana, quedan otros vestigios arqueológicos como los restos de dos
acueductos para la minería de oro, lo que los velillenses han dado
en llamar también como “Camino de los Moros” y “Camino
griego”, esculpidos en la roca a veces.
La existencia de la guarnición romana viene avalada por
los escritos de Plinio el Viejo (hace 2000 años) y sus citas.
Justo en el cruce sur de la Calle Arriba y Calle de la
Peña-Calle San Isidro subimos la ladera unos resbaladizos metros
(antes hubo escalones) par encontrarnos de frente, abajo, la
explanada herbosa de la cantera de mármol.
Estamos encima de lo que es el acueducto, que entrará a
veces en la roca por túneles y otras irá por fuera. Viene del puente
romano de Compuerto, tapado por la presa, donde una cueva tomaba el
agua por el viaducto hasta Mantinos. Al parecer pasa por encima de
lo que en Guardo es el Hotel Montaña Palentina.
Lo recorremos hacia el sur y en unos metros nos
encontramos el primer túnel. A veces las sendas se mezclaran con las
que utilizaban para ir a barrenar arriba la explotación de mármol.
Pasamos el túnel con cuidado porque al final hay un gran
agujero y al salir nos encontramos a la izquierda una gran pared,
con la Cueva el Búho, pequeña covacha por donde hay puesta
también una vía de escalada.
Bajamos con cuidado unos metros y una senda nos lleva de
nuevo abajo, a las cocheras. Sin embargo, nosotros seguimos para
arriba por senda, y lo que evidentemente es la base del acueducto.
Llegamos en seguida a La Cuevona donde se nos cierra el paso
(sería un buen sitio para hacer unos anclajes de paso e manos).
Volvemos a bajar por donde vinimos y visitamos La Cuevona
por abajo.
Subimos en diagonal al SE y llegaremos a la Cueva del
Triángulo. A partir de aquí la continuación se complica por la
cantera hasta que no se habilite para ello. |